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¿Sabes cuáles son las piedras preciosas y semipreciosas más abundantes en México? ¿Quieres aprender a diferenciar las artesanías con piedras preciosas reales y las elaboradas con imitaciones?
Desde inicios de la humanidad, hemos sentido atracción por las piedras preciosas. En México tienen el poder de proyectar encanto, fascinación y magia.
Desde la antigüedad, muchas de ellas han sido muy preciadas para hacer finas joyas y ornamentos para hombres y mujeres. Hay piedras de distinto valor como objeto de culto, de protección o de curación. Entre los antiguos indígenas de Mesoamérica, piedras como el jade eran consideradas más valiosas que el oro y la plata.
Descubre qué significado tenían las piedras preciosas del México prehispánico y cómo hoy han influido en la elaboración de artesanías mexicanas de fama internacional. Incluimos también una guía de las gemas originarias que puedes comprar en este territorio y cómo saber si es una piedra preciosa, semipreciosa o si es una imitación.
En México existen varios de los yacimientos de minerales y rocas más importantes del mundo. Desde hace siglos ha mantenido una larga vocación minera que se remonta al Paleolítico.
En un estudio sobre las gemas de México, la Sociedad Geológica Mexicana (SGM) refiere que la importancia de los minerales con fines decorativos o como joyería es indiscutible en las culturas asentadas en Mesoamérica.
Una de las pruebas irrefutables de la relevancia que desde siempre han tenido las piedras preciosas típicas de México es la abundancia de términos sobre minerales y gemas en la lengua náhuatl.
Sobran las referencias sobre el cuarzo (en náhuatl, izcactehuilotl), ópalo (huitzitziltecpatl), amatista (tlapaltehuilotl), esmeralda (quetzalxoquiyae), jade (chalchihuitl), rubí (cuacocoztic) y turquesa (teoxihuitl).
Todos estos minerales y gemas fueron claves para la elaboración de artesanías en diferentes etnias de México, sobre todo para las celebraciones sociales y las ceremonias religiosas de los antiguos pobladores.
Desde el inicio de los tiempos, minerales y rocas como el jade, turquesa, serpentina, cinabrio, malaquita y obsidiana, así como varios tipos de micas, el ónice mexicano, el ámbar y la concha de nácar se asociaron artesanalmente con el oro (teocuitlatl). El metal dorado era por excelencia el elemento vinculado a las deidades solares.
Sin embargo, el jade era especial para los reyes y clases poderosas de las antiguas tribus mexicanas. Era traído desde Motagua (Guatemala) como una valiosa rareza, ideal para los rituales religiosos y funerarios.
Otras rocas y minerales verdes eran usados como complemento, trabajados con maestría y fino detalle en:
Ejemplo de esta sofisticación son las tallas de cráneos de cristal de roca, hallados en la Península de Yucatán; o los cuchillos de obsidiana y pedernal usados para los sacrificios y las guerras.
También, las obsidianas esféricas y el mármol encontrados en ofrendas y que se relacionaban con el tlachtli, el juego de pelota practicado por zapotecas, mixtecos, mayas y otras etnias.
Según las leyendas, el arte del tallado de piedras preciosas y semipreciosas fue enseñado por el Dios Quetzalcóatl.
La primera piedra tallada fue el jade, lo que explica su devoción a esta piedra que doblaba superaba al oro.
La realeza, sacerdotales y altos mandos eran los únicos que podían usar las joyas de jade. Esto fue así para la mayoría de los pueblos de Mesoamérica, entre ellos, mexicas, mayas y toltecas.
El jade se relacionaba con la fertilidad, los cultivos, el ciclo de vida y la divinidad.
El jade pertenece a una lista de subcategorías de piedras semipreciosas, incluidas la jadeíta de tonalidades azuladas y verdosas. Por 35 siglos fue considerado como un valioso tesoro celestial e indestructible para las culturas mesoamericanas.
Los entierros de la nobleza eran acompañados con máscaras, collares, orejeras, pulseras y otras joyas hechas en jade; quienes no podían costearlo, eran enterrados con un pequeño pedazo en la boca, como tributo a los dioses del inframundo.
Una de las piezas más famosas es la máscara de jade del rey Pakal.
Varios yacimientos milenarios de cloromelanita en el golfo de México y jadeíta en los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas dan cuenta del inmenso valor de estas subcategorías de piedras semipreciosas para la religión y la economía.
¿Sabías cuál era la importancia del jade para varias civilizaciones antiguas? Según el Museo Mesoamericano del Jade he aquí algunos ejemplos:
Los jades eran muy valorados para llevar como pectorales collares, placas y para hacer figuras de animales. Una que se destaca es la figura del Dios Bufón, de 5 kilos, hallada sobre el pecho de un guerrero.
En 1930 fueron halladas en la Tumba 7 (en Oaxaca) la famosa máscara del Dios Murciélago con 25 teselas de jade, así como otras piezas perfectamente realizadas.
Tallaban rostros de jade de sus dioses, como Tlazoltéotl (diosa del amor) e Ixcuina (madre de los partos). A los caballeros águila (hombres importantes) les dedicaban figuras en esta piedra.
En los rituales, el sacerdote principal (taysaqui) usaba una piedra de jade del tamaño de un puño y que era venerada como el “corazón del pueblo”.
En varias excavaciones se han encontrado figuras, hachas y una máscara sonriente, todas hechas en jade, datadas del 1300 al 300 a.C.
En El Paso de la Amada, un sitio arqueológico que se remonta al 1600 a.C, se evidencia que la piedra era usada para hacer representaciones de animales y humanos.
Consideraban que solo podían mostrarse a los dioses si usaban máscaras de jade y por ello, los sacerdotes las llevaban como indicativo de trance o conexión divina.
En 1940 se hicieron hallazgos importantes en Chichen Itzá de piezas de jade que incluían placas toltecas para los anulares y muchas otras figuras.
Las piedras preciosas por excelencia son el diamante, zafiro, esmeralda y rubí. Aparte existen unas 130 especies minerales que entran en la categoría de piedras semipreciosas. ¿En qué se diferencian?
Veamos varios parámetros para diferenciarlas y explicar mejor por qué las piedras preciosas tienen un gran valor comercial:
Básicamente, la principal diferencia es lo rara que sean o la dificultad para conseguirlas. Esto es lo que aumenta más el valor de una piedra, sea preciosa o semipreciosa.
Así que a lo largo de la historia, otras piedras como la amatista llegaron a ser evaluadas como “preciosas” mientras fueron escasas. Igual, con el jade.
La dureza de las piedras determina su alto valor o un menor precio. Esto se calcula mediante la escala de Mohs. Hay otras escalas más científicas que se hacen en laboratorios, como las de Rosiwal y Knoop.
La escala de Mohs fue creada por el alemán Friedrich Mohs en 1812, para diferenciar las piedras preciosas y semipreciosas.
Este geólogo estableció unos parámetros sencillos para diferenciar las rocas y minerales. En su escala de 1 (más débil) al 10 (mayor dureza), el diamante está en el tope. Hoy se sabe que son más fuertes el grafeno, el nitruro de boro y la lonsdaleíta.
Después del diamante, según la escala de Mohs, le siguen los corindones (zafiro y rubí) y por último, la esmeralda.
Existen piedras semipreciosas con valores muy distintos y niveles de pureza que las hacen destacar frente a las piedras preciosas. Por eso hay quienes prefieren llamarlas ornamentales y no semipreciosas, ya que este término puede restarles valor a los ojos de los compradores.
Las semipreciosas suelen conseguirse puras en tamaños grandes, a diferencia de lo que puede ocurrir con las catalogadas como preciosas.
Una piedra preciosa verdadera será usualmente vendida a precios más altos; que hay que sospechar si son ofrecidas con descuentos o remate.
Las gemas sintéticas también son trabajo de los gemólogos (expertos en el estudio de gemas). Una piedra preciosa resiste el rayado o disolución en algún compuesto.
Las gemas sintéticas son imitaciones artificiales de las gemas verdaderas. Hay varios equipos, instrumentos y técnicas usadas en laboratorio para certificar las gemas verdaderas de las falsas. Los vendedores más profesionales ofrecen este aval.
La Gemología es definida como la ciencia que estudia las piedras preciosas. La gemología de México es una disciplina muy activa, gracias a los importantes yacimientos que se encuentran en el territorio.
Se consideran gemas aquellos minerales sometidos al proceso de tallado y pulido, para su utilización en la joyería u ornamentación.
Dentro de la gemología mexicana, también se incluyen piezas generadas por sustancias orgánicas (no minerales). Entre ellas, se encuentran el ámbar, las perlas, los corales y azabaches.
Dentro de la clasificación de piedras preciosas y semipreciosas están las gemas minerales de las cuales existen unas 3,500 especies. Aproximadamente 70 se consideran mineral gema, pero solo 15 son valorados por su relevancia.
Entre los minerales gemas están el diamante, pirita, cincita, corindón, cuarzo, ópalo, smithsonita, malaquita, azurita, turquesa, granate, circón, topacio, turmalina, jadeíta.
¿Conoces las piedras preciosas del México prehispánico? Entre las gemas preferidas por los reyes y jefes tribus antiguas, encontramos:
Entre las gemas orgánicas más buscadas por las tribus prehispánicas de México estaban el ámbar (Apozonalli, espuma de agua), muy presente en la Tumba 7 de Monte Albán (Oaxaca), donde se hallaron adornos con esta resina natural.
También las perlas (Epyollotli) eran muy usadas para adornar los entierros y no faltan en los hallazgos arqueológicos de este territorio.
En México puedes conseguir auténticas joyas con piedras preciosas y semipreciosas incrustadas en piezas de plata y oro.
México ocupa el tercer lugar como productor de plata a nivel mundial, considerado la capital de la plata; el oro mexicano es uno de los más buscados. Así que hay muchas opciones para hacerte de joyas y ornamentos que no encontrarás en ninguna otra parte.
Si buscas comprar gemas raras y de gran belleza, en México puedes adquirir piezas exclusivas trabajadas finamente por los artesanos. Entre las piedras semipreciosas originarias de México tenemos:
Se puede pulir a la perfección y viene en tonalidades verdosas muy atractivas. México está a la cabeza de esta producción en el mundo de esta variante tan especial de las ágatas. Ello gracias al estado de Durango donde hay un yacimiento de grandes dimensiones.
Se consiguen hermosas piezas en anillos, collares y aretes.
Las minas de ópalo del estado de Querétaro tienen fama mundial. Encuentras ópalos en rojo, amarillo, naranja, café y verde.
Los ópalos de fuego es una categoría especial. Se cortan como diamantes, cuestan miles de pesos y en México es considerada una piedra preciosa. Puedes visitar los yacimientos privados en Tequisquiapan y probar excavar.
Es muy valorada como piedra mística entre los nativos de Chiapas, con su color café o variaciones verdes y amarillas. Se usa como protección contra la ojeriza (mal de ojo) cuenta con Denominación de Origen en la población de Simojovel. San Cristóbal de las Casas es un importante centro comercial donde se vende esta gema vegetal.
Se calcula que los yacimientos en México se remontan a 25 o 30 millones de años. El ámbar mexicano es el de mayor dureza del mundo, lo que le ha valido su fama internacional.
En Durango y El Bajío se encuentran los yacimientos de cuarzo rosa más abundantes en México. Es la gema semipreciosa por excelencia para los rituales chamánicos y ceremonias espirituales o de despojos.
De color verde vibrante. Como mencionamos antes, tener una de estas piezas te conectará con una tradición valorada en México desde el 5000 a. C.
Su filo es característico como arma de las antiguas tribus mexicanas. Hoy en San Juan Teotihuacán se pueden encontrar muchas piezas de este material, elaboradas por los artesanos. El Gobierno de México calcula que existen unos mil artesanos que trabajan exclusivamente con esta roca.
En la zona arqueológica de Teotihuacán en marzo, se celebra la feria anual de la Obsidiana del centro de México.
Además de la artesanía con piedras semipreciosas que ya nombramos, también puedes comprar en suelo mexicano (o pedirlas online en las tiendas reconocidas) las venturina, serpentina, malaquita, turquesa, topacio, lapislázuli, espinela y aguamarina.
La venta de piedras preciosas en México y el arte de la lapidaría en esta nación es todo un arte. La lapidaría incluye:
La mayoría de estas piedras se trabajan en lapidarias ubicadas en Jalisco, Querétaro, Guerrero y San Luis Potosí. En Querétaro son exclusivas las minas de ópalo de Colón y Tequisquiapan.
Mediante la orfebrería y la metalurgia, el arte de lapidaria tiene gran empuje en México, logrando reconocimiento mundial. Ella ayuda a dar forma al uso de piedras preciosas y semipreciosas en auténticas joyas que ponen en alto el nombre de México en el mundo.
La compra y venta de piedras preciosas en México ha ganado auge en los últimos años, en parte por el mayor conocimiento de este arte milenario. Los exportadores de piedras semipreciosas más importantes del mundo trabajan desde y para este país, generando fuentes de empleo y sostenibilidad para muchas familias.
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